Al igual que los mamíferos, las aves son animales de sangre
caliente capaces de mantener constante su temperatura cor-
poral; pero, a diferencia de ellos, presentan reproducción
ovípora; su cuerpo está cubierto por plumas, no por pelos, y
sus extremidades anteriores aparecen transformadas en alas.
Después de los mamíferos ( animales con pelo ), las aves
( animales con plumas ) han de ser consideradas como los
seres dotados de inteligencia más viva, e incluso se sostiene
que las facultades psiquicas de muchas de ellas alcanzan tal
desarrollo que llegan al extremo de poder competir con los
mamiferos más inteligentes; tanto la ira como la ternura, el
amor y el odio, el miedo o el valor, constituyen manifestacio-
nes habituales en estos pobladores del medio aéreo. Su vida
sexual ofrece particular intensidad ; las aves experimentan
pasiones más fuertes y violentas que la mayor parte de los
mamiferos y, por otra parte, el amor con que cuidan y prote-
gen su prole resulta tan puro, al menos, como el que demues-
tran aquéllos.
En la vida de las aves todo acontece conforme a un ritmo
mucho más acelerado que el observable en los mamíferos;
su sangre se halla a temperatura más elevada; su circulación
sanguinea es más rápida, y otro tanto sucede con la cadencia
respiratoria. De estos caracteres estructurales depende la extra-
ordinaria movilidad de las aves, pero ésta, a su vez, da lugar a
un considerable gasto energético; debido a ello, precisan con-
sumir grandes cantidades de alimento, así como nutrirse con
más frecuencia que los mamíferos, y aun que cualquier otro
animal. Hay especies que dedican todo su tiempo de vigilia a
satisfacer la función de nutrición.
Parece como si las aves no conocieran el cansancio; de toda
la escala zoológica, los representantes que mejor aprovechan
el tiempo y más gozan de la vida son los ejemplares de esta
clase, para los que el dia resulta siempre demasiado corto y
la noche larga en exceso. Emplean hasta el máximo el tiem-
po que les concede la naturaleza; por esta razón suelen des-
pertar a temprana hora de su breve descanso nocturno.
Gárrulos o silenciosos, medrosos o audaces, los integrantes
de la clase saben alegrar mejor que cualquier otro animal la
existencia del hombre.